Comisión Permanente de de
la
Conferencia Episcopal Argentina
UNA CUESTIÓN DE VIDA O
MUERTE
A los
hermanos que creen en Dios y a todos los hombres de buena voluntad:
Como
pastores de la Iglesia, les escribimos con la preocupación y la esperanza del
amor que les debemos.
Hace pocos
días una señora se presentó a un sacerdote con una hija discapacitada y con
profunda alegría le dijo: «Gracias, padre, hace unos años usted me ayudó a ver
claro. Yo estuve a punto de abortar ante la evidencia de las malformaciones de
mi hija cuando estaba en mi vientre. Usted me ayudó a no hacerlo. Hoy esta hija
es la que da sentido a mi vida. Aún con su discapacidad es la alegría de nuestra
familia».
Nuestra
experiencia eclesial puede mostrar miles de situaciones como ésta. ¿Cuál fue el
móvil de ese sacerdote al ayudar a esa mujer? ¿Cuál es nuestro móvil al
dirigirnos a las autoridades, a nuestros representantes y a todo el pueblo tratando de apostar
por la vida e impedir la legalización del aborto? Créannos: sólo nos mueve el
profundo amor de Dios por todos nosotros. Sólo nos mueve el deseo de valorar
cada una de las vidas que se engendran y que ya son un ser constituido en el
vientre de la madre.
Todos
apreciamos lo que hizo la
Madre Teresa por cada uno de esos seres débiles, olvidados de
la sociedad, excluidos, moribundos en las calles. Esa mujer, de quien nadie
puede dudar que sólo era impulsada por el amor, puso tanto empeño en ocuparse de
los moribundos como en impedir que las madres cayeran en el gravísimo error de
abortar a sus hijos.
Muchas veces
se nos quiere hacer aparecer como retrógrados o fundamentalistas ante el tema
del aborto. Se acepta y valora el trabajo de la Iglesia en favor de los pobres,
pero se nos descalifica cuando defendemos el derecho a la vida. ¿Qué nos pasa
como sociedad? Toda la tradición judeocristiana basada en los mandamientos de la
Ley de Dios por miles de años consideró que el aborto es un crimen. ¿Qué luces
ha recibido esta nueva cultura, qué revelaciones se nos han manifestado para
descubrir que lo que siempre fue un mal tan grande hoy ya no lo es? También en
otros tiempos hubo abortos, pero siempre se consideró que era un mal a
desterrar. Las culturas cambian, pero los fundamentos esenciales de las personas
permanecen. La Ley de Dios y el sentido común nos han enseñado que la vida es un
gran bien que debemos preservar desde el momento que
comienza.
Seguramente
muchos de ustedes han visto la película en la que se ha filmado un aborto («El
grito silencioso»). La técnica nos permite apreciar que no hay ninguna
diferencia entre destrozar el cráneo de esa pequeña criatura ya gestada o
cometer el homicidio de un niño que camina por la calle.
En nuestros
días se ha reavivado la polémica sobre la despenalización del aborto con motivo
de situaciones muy dolorosas que afectan la vida de una joven discapacitada y de
un ser inocente por nacer. Lo trágico de esta situación no puede hacernos
olvidar que podemos asesinar a un inocente.
Esta
polémica no es una discusión más entre tantas. Es una cuestión de fondo. Nunca,
como en este caso, puede decirse que es una cuestión de vida o muerte. Tan es
así, que involucra a todos los ciudadanos de cualquier credo o condición social.
¿Cuál será la opción de los argentinos? Cada uno en su conciencia debe discernir
si quiere una sociedad que respete la vida de todos los seres engendrados. Los
que creemos en Dios debemos darle ante todo a Él la propia respuesta. A los que
no creen, los invitamos a que consideren qué les dice el sentido común frente a
un ser ya engendrado que es verdadero sujeto de derechos humanos. A todos les
pedimos, es más, les rogamos asumir este tema con la seriedad que se merece.
Los
cristianos, como nos enseña San Pablo, no entristezcamos a Dios: no sembremos la
cultura de la muerte en nuestra sociedad. Por el contrario, sembremos la
esperanza y la alegría que provienen del amor de Dios por sus criaturas. Así nos
lo enseñó Jesús, quien pidió al Padre que no se pierda ninguno de los
hermanos.
María, que
en Belén alumbró al Hijo de Dios, nos ayude a optar siempre por la
vida.
Buenos
Aires, miércoles 23 de agosto de 2006
144ª reunión
de la Comisión
Permanente de la Conferencia Episcopal
Argentina